Las dudas sobre Esquerra
No sé quien asesora a Esquerra, pero a veces transmite la sensación de que alguien ha colocado un caballo de Troya en su interior. Es cierto que habla constantemente de independencia, pero es también por eso que todo el mundo se pregunta por qué razón acepta sumisa la invasión de competencias de la ley de Dependencia. Ni siquiera parece darse cuenta del papel en que la deja ese curioso juego de palabras ni del daño que le ha causado la decisión de colgar la bandera española en la conselleria de Governació. ¿Piensan, tal vez, sus asesores, que la sumisión da votos a un partido independentista? He ahí la raíz de una contradicción que genera graves problemas internos, ya que no se intuye una victoria final de ERC acorde con esa estrategia. Es absurdo, por otra parte, pensar que el españolismo del PSC se pondrá mucho más en evidencia estando en el gobierno que en la oposición y que lo mismo ocurrirá, pero al revés, con el regionalismo de CiU, con lo cual la lluvia fina de los votos patrióticos acabará regando dulcemente los campos de Esquerra. De momento, como lo demuestra la absurda manera de ofrecer la presidencia a Artur Mas a cambio de un referéndum de autodeterminación, lo que hay son muchos nervios.
Es cierto que ERC, por su singularidad, está sometida a una presión muy superior a la de los otros partidos -la presión lógica que conlleva ser la única fuerza que puede posibilitar un verdadero cambio de sentido-, y que no se le perdona la más mínima incongruencia, pero ese es un elemento inherente a la opción de la liberación nacional. Ser independentista en una sociedad atemorizada, dependiente de otra y con un índice muy bajo de autoestima conlleva ese peaje. Al fin y al cabo, la nobleza de una causa no exime de dificultades su consecución. Y una de esas dificultades son los ataques de aquellos que han encontrado en la sumisión a España una estabilidad para sus intereses personales. Miedo, inseguridad y claudicación no son comportamientos agradables de reconocer, de ahí que los ataques más virulentos no provengan de España, como sería lógico, sino de la propia Cataluña. Otra cosa es que sea la propia ERC quien, con su política, alimente esos ataques. El primero de ellos, y que quedará para siempre como una lacra inadmisible, es el de haber hecho presidente a José Montilla. El juicio de la historia será implacable en esta cuestión. Y eso, remarquémoslo, no tiene nada que ver con el origen andaluz del personaje. El problema de José Montilla no es su origen, sino su ideología. ¿A qué catalán, que no fuese racista, le molestaría tener un presidente nacido en Gambia, Méjico o Senegal si defendiera los derechos nacionales de Cataluña? A mí desde luego que no. Montilla, en cambio, es otra cosa. Montilla es un nacionalista español que no contempla para Cataluña ningún otro horizonte que no sea el mismo que el de Asturias, Extremadura o Murcia. Y aun así ERC le ha entregado el gobierno del país.
Esa decisión ya está teniendo grandes costes. Por ejemplo, el de la imposición -se aplique o no- de una hora más de lengua española en las escuelas o el de las alucinantes declaraciones de Ernest Maragall, hispanoadicto conseller de Educación, a favor de dicha imposición. El votante se pregunta: ¿responde a alguna estrategia la razón por la cual ERC no ha retenido esa conselleria en la presente legislatura o es por temor a enfrentarse a la praxis totalitaria del PSOE? En cualquier caso, aunque las críticas han llovido sobre Rodríguez Zapatero y Ernest Maragall, las responsabilidades lo han hecho sobre ERC. Injustamente, pero lo han hecho. Y lo mismo está ocurriendo con el lavado de cerebro españolizador que TV3 practica día tras día en Cataluña –con programas dirigidos por mando a distancia desde la sede del PSC- hasta el punto de haberse convertido en el tercer canal de Televisión Española. La audiencia que antes lideraba esa emisora ha caído en picado y cada vez son más los votantes de ERC que admiten que su partido jamás debiera haber entregado el gobierno a los socialistas sin asegurarse antes el control de TV3 y de Catalunya Ràdio. Y es que estamos hablando de dos emisoras cuyo único hecho diferencial actual no es lo que dicen sino la lengua en que lo dicen. Lo narran en catalán, sí, pero todo cuanto dicen no es más que una visión abiertamente hispanocéntrica de la vida. Lo cual es aun más perverso que si lo hicieran en español.
En definitiva, y este es el drama, nos encontramos conque cada gesto españolizador que hace el PSC, por insignificante que sea, tiene siempre un único damnificado: ERC, el partido que le entregó el gobierno. En el 2003, ERC dijo que no podía hacer gran cosa puesto que sólo tenia 23 diputados y ahora, en el 2007, nos dice que la situación es más difícil con sólo 21. Si esa tónica descendente persiste, ya sea fruto del desencanto o de la frustración, ¿qué nos dirá en el 2010 con sólo 19? Me temo, sin embargo, que tarde o temprano, antes de esa fecha, habrá un punto límite en que Esquerra tendrá que escoger entre la ruptura consigo misma o la ruptura con el PSC, Y naturalmente escogerá la segunda. El tiempo lo dirá.
Berria , 29/4/2007 (euskara)
Nabarralde , 2/5/2007 (español)
victoralexandre.cat , 23/5/2007 (catalán, euskara, español)