La Fiesta nacional española
El tormento de un ser vivo no debe ser nunca un espectáculo placentero para ninguna colectividad humana que se considere evolucionada. Por ello no tiene ningún sentido que los defensores de la Fiesta intenten desacreditar al resto del mundo argumentando que no se puede ser antitaurino y comedor de carne al mismo tiempo. No tiene ningún sentido porque –si bien es cierto que los vegetarianos demuestran ser mucho más consecuentes con sus principios- no es lo mismo alimentarse que torturar. A parte, claro está, de que alguien alimente su espíritu con la tortura o de que considere que la comida no es suficientemente nutritiva sin el sufrimiento previo del comido. Así mismo, llama la atención que aquéllos que a las corridas de toros las consideran arte -así es como justifican el placer visual que experimentan con el sufrimiento ajeno-, hablen siempre de lucha noble y justa entre el hombre y la bestia. Ignoran, seguramente, que la bestia de que hablan pesa 500 kilos pero tiene el cerebro de un canario y, por lo tanto, es una ridiculez presumir de ser más inteligente que un toro. En todo caso, estaríamos hablando de la misma nobleza y de la misma justicia que habría en la lucha entre una persona normal y un deficiente mental. España se lo tendría que hacer mirar, francamente. Es bastante patético tener como Fiesta nacional el paradigma de la cobardía.
El Singular Digital , 19/6/2007 (català)
Racó Català , 21/6/2007 (català)
eurotribune.eu , 20/8/2007 (català, español, français)